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Foto del escritorMundo Rural TV

Cinco paraísos donde disfrutar del Día de Extremadura

DE LA VERA A TENTUDÍA PASANDO POR EL TAJO INTERNACIONAL: DESTINOS PARA CELEBRAR EL 8 DE SEPTIEMBRE



Es “patria de glorias” - probablemente por ser “suelo de historias” –, aunque si algo le caracteriza es su “tierra de encinas”. “Semos asina”, que diría Luis Chamizo. Un 8 de septiembre más, Extremadura se viste de gala para celebrar su fiesta autonómica: éstos son los mejores planes para disfrutar de su “aire limpio” y sus “aguas puras”.




1. Trujillo, patria de glorias.‘Tierra de conquistadores’ es el sobrenombre que le colocan a esta localidad cacereña, y no es para menos. Desde Trujillo partieron hasta el Nuevo Mundo Francisco Pizarro, quien descubrió Perú, y Francisco de Orellana, que se encontró con el Amazonas (y Alonso de Hinojosa, Diego García de Paredes y un largo etcétera). Su emplazamiento estratégico, por el que transcurren vías romanas y cañadas reales, le convirtieron en un cruce de culturas: entre sus murallas convivieron, pelean y se mezclaron diversos reinos y culturas a lo largo de los siglos.

Desde el lavadero del siglo XVI puede contemplarse un sky-linerepleto de cuestas y piedras, y es que Trujillo es un gran batolito – una gran masa de rocas magmáticas -. Para recorrerlo de abajo a arriba, se recomienda empezar desde la Plaza Mayor, donde el viajero se sorprenderá por los escudos que aderezan cada esquina, el Palacio de la Conquista y la imponente estatua de Pizarro, hasta la fortaleza. Que atención, no es un castillo sino una alcazaba. Sin torre del homenaje ni escudos pero sí con un impresionante y bien conservado patio de armas, esta fortificación llegó a conquistar a los mismísimos productores de Juego de Tronos: desde el punto más alto, Jammie Lannister y Bronn oteaban el horizonte preocupados por el ataque las hordas de Daenerys en la épica batalla final de la séptima temporada. Aunque el hashtag #Trujilloplatódecine no viene de esta única experiencia, y es que la localidad ha sido escenario de los rodajes de El Tulipán Negro, La Marrana, Santa Teresa, o más recientemente Romeo y Julieta y La Peste.

Es importante que nadie se vaya de Trujillo sin saborearlo para comprobar por qué forma parte de la marca Saborea España. Haciendo honor a su origen comercial, la Plaza Mayor acoge cada primavera la celebración de su Feria Nacional del Queso. Este producto, junto al vino, el aceite y la carne retinta, son emblemas gastronómicos del municipio.


2. La Vera, suelo de historias. Las leyendas abundan de norte a sur de Extremadura, pero si alguna toma carácter es La Serrana de La Vera. Según cuentan, allá por el siglo XVI vivió en Garganta la Olla una joven de una belleza inigualable y una fortaleza y valentía que las mujeres de la época las definieron como dignas de hombre. Se llamaba Isabel de Carvajal, y le gustaba tanto la caza que recorría los montes sin limitar un ápice su feminidad, en la cual se fijó un apuesto caballero de buena familia. La enamoró, y después la abandonó dejándola hundida en un episodio de desamor, humillación y desesperación. Isabel se fue a vivir a la Sierra de Tormantos – de ahí su apodo de La Serrana -, y desde ahí planeó su venganza. A cada hombre que veía deambular por aquellas montañas, los seducía hasta llevarlos a su cueva, donde les ofrecía suculentos platos de comida y satisfacer sus deseos más íntimos, para posteriormente asesinarlos. Hasta que un pastor escapó de sus garras y confesó lo vivido, consiguiendo que la detuvieran y la ajusticiaron por los crímenes cometidos.

Los más místicos aseveran que su espíritu aún deambula por los verdes parajes y las pozas heladas que caracterizan La Vera. Y no es de extrañar: quien visita esta comarca extremeña difícilmente se queda en una primera vez, y sino que se pregunten por qué el mismísimo Carlos I la eligió para retirarse del mundo. Su paisaje dibujado por agrestes y vertiginosas gargantas que parecen escupir agua desde las alturas de la Sierra de Gredos, remansándose en pozas de aguas cristalinas, deja paso hasta a cinco pueblos reconocidos por ser conjuntos histórico-artísticos. Pueblos de esos que poseen plazas de postal y empedrados de los de antes, como Pasarón de la Vera, custodiado por una muralla, o Cuacos de Yuste, donde se erigió un palacio para el descanso del emperador a los pies de un monasterio jerónimo. Mención aparte merece Garganta la Olla, con su Casa de Muñecas, uno de los prostíbulos frecuentados por el séquito que acompañó a Carlos I en su retiro, o las gargantas de Madrigal de la Vera, especialmente la del Puente Viejo por las vistas desde su puente de origen romano reconstruido en el siglo XVIII.

Si algo ha posicionado a esta comarca en el mapa nacional son sus pimientos, producto estrella de la gastronomía verata. Y es que no hay balcón que se precie del que no cuelgue una ristra de este manjar…

3. Tentudía, tierra de encinas. La encina es el símbolo dominante de la dehesa extremeña hasta el punto que no son pocos los que comparan sus bellotas con el mapa de la región: la parte de arriba llamada caperuza o mangurría correspondería a la provincia de Cáceres mientras que la de abajo, conocida como fruto o bellota, simbolizaría a la de Badajoz.

Apodos aparte, la dehesa protagoniza el paisaje de Extremadura, especialmente al sur, donde Sierra Morena cobra protagonismo para señalar el punto más alto de la provincia pacense en la Mancomunidad de Tentudía: su monasterio. Un templo religioso cuyo origen se remonta al siglo XIII, durante la Reconquista, cuando el monarca Fernando III ‘El Santo’ encargó al maestre de la Orden de Santiago Pelay Pérez Correa, tomar las sierras de Tentudía. Según cuenta la tradición, ante la dificultad por conseguir su objetivo, el maestre emploró a la Virgen María y ésta detuvo el sol en el horizonte cediéndole el tiempo suficiente para lograr la victoria. En muestra de agradecimiento se erigió una ermita bajo la advocación de Santa María de Tudía que, con el paso de los años, se convirtió en lo que hoy se conoce como el Monasterio de Tentudía.

En su interior se puede contemplar la belleza de su retablo, encargado al maestro azulejero Niculoso Pisano, la imagen de la Virgen de Tentudía, que data del siglo XVI, y el claustro de estilo mudéjar, de principios del siglo XVI. Aunque si algo merece la pena, son las apabullantes vistas desde el exterior a un paisaje de encinas y alcornoques característico del sur de Badajoz.


4. El Tajo Internacional, el aire limpio. No solo lo dice su himno, también Greenpeace: Extremadura posee el aire de mayor calidad del país. El mérito es de la inmensa naturaleza que ofrece en ambas provincias gracias a sus parques naturales y reservas de la biosfera, características que aglutina el Taejo Internacional. El parque rayano siempre será una apuesta segura para pasar uno, dos y hasta siete días entre un bosque mediterráneo que engloba diversas especies de planta y arbustos, como madroños, brezos y lentiscos, y una diversa fauna en la que la cigüeña negra toma protagonismo.

Un buen punto de partida es el Centro de Interpretación ‘El Péndere’, en Santiago de Alcántara. Una antigua ermita del siglo XIX rehabilitada como espacio didáctico donde aprender cuáles son los atractivos de este pulmón rayano. Para poner en práctica lo aprendido, es recomendable embarcarse en el Balcón del Tajo, un barco que recorre los ‘fiordos’ extremeños invitando a descubrir la flora y fauna del parque a través de una experiencia sensorial.


5. La Siberia, las aguas puras.Sin tener mar ha conseguido ser la comarca española con más kilómetros de costa. La Siberia posee hasta cinco embalses – La Serena, Zújar, García Sola, Cíjara y Orellana – que almacenan el agua de los ríos Guadiana y Zújar, alrededor de los cuales crece el más diverso ecosistema debido al contraste de las sierras del norte con los llanos del sur, desembocando en un lugar de espléndida y variada naturaleza. Un mérito por el que consiguió alzarse con el título de Reserva de la Biosfera, la única de la provincia de Badajoz.

Alrededor de su etimología giran varias teorías aunque la más certera es la que afirma que no tiene nada que ver con la región rusa. La Siberia extremeña no es vasta ni fría, sino verde y acogedora, con inviernos y veranos relativamente extremos y primaveras y otoños que invitan a recorrer una naturaleza generosa, con tesoros como la Reserva del Cíjara o Puerto Peña. Y un interesante patrimonio histórico y cultural, como el dolmen de Valdecaballeros, algunas pinturas rupestres, la mayor colección de estelas decoradas de la provincia, una red de castillos como el de Puebla de Alcocer y una red de vías pecuarias que en algunos tramos se mantiene intacta.

Indiscutible es la visita a los restos romanos de Lacimurga, las casas solariegas de Herrera del Duque o la Iglesia de Santa Catalina, de estilo gótico-mudéjar, en Talarrubias.

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