EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN RECEPCIONA AL VIAJERO Y PROYECTA UN DOCUMENTAL SOBRE LOS OFICIOS Y COSTUMBRES MÁS TRADICIONALES DE LA LOCALIDAD
Por paradójico que suene, todos los porreteros conocen dónde se localiza la Casa de la Gitana a pesar de no saber muy bien cuál era la denominación real de la señora que le da nombre. Era un enclave mítico de ese pueblo donde los quintos aún tienen vida. No podía perderse ni olvidarse. Y contra esa amnesia generacional ha querido combatir Salorino, erigiendo allí un centro de interpretación que además de recepcionar al viajero, invita a deambular entre las raíces y tradiciones más locales.
“Yo ni siquiera la conocí. Cuando empecé a crecer, ella ya no estaba y sus hijos se habían marchado”, declara Álvaro Sánchez Cotrina, alcalde del municipio. Como él, un alto porcentaje de vecinos de Salorino no mantuvieron relación con aquella gitana cuya vivienda se hizo popular, pero sí que han jugado en los aledaños de su casa. Una construcción del siglo XX que cayó en el abandono cuando la mujer falleció y dejó este humilde patrimonio a nombre del consistorio. “Prácticamente toda la cubierta se había caído”, y la desidia se había apoderado de ella hasta que el equipo de Gobierno local decidió recuperarla. Y darle el mejor de los fines. Primero apostaron por una rehabilitación que no alterase la estructura original de la morada, “que representase a una casa antigua del pueblo” cuya organización se identificara con el patrón que se repetía en la mayoría de viviendas. Se mantendría, entre otros, las alcobas, la cocina donde se elaboraba la matanza que aseguraba el sustento de cada año, e incluso la cuadra donde se alimentaba a las bestias. Pero como el descuido requería de algunas intervenciones, se propuso ejecutarlas con materiales de la fecha que no desentonaran en la construcción. “Aprovechamos que otras casas antiguas se estaban rehabilitando y tomamos los materiales que se desechaban para reciclarlos en nuestra Casa de la Gitana”.
Una Memoria Viva
La decisión de que este espacio se convirtiera en un centro de recepción turística no tardó en llegar. “Una vez que se rehabilitó decidimos utilizarla para esto”, declara Sánchez Cotrina. La leyenda que gira alrededor de esta construcción invitaba a contar las historias y hábitos de antes, los que corren el riesgo de desaparecer. “Para interpretar cómo era una casa antigua, pero también para divulgar cómo vivía la gente en el pueblo años atrás”, continúa. Para ello, la Casa de la Gitana se apoya en la proyección de Memoria Viva, un documental que recoge los testimonios de quienes vivieron en primera persona en estas moradas. “Todas las salas se interpretan con carácter etnográfico y una de ellas se dedica a la proyección de un documental audiovisual rodado con gente que aún está viva y que tradicionalmente se dedicaba a profesiones que daban el sustento familiar”. Con ello, se pretende que tanto los viajeros como los más jóvenes de Salorino reconozcan “dónde están sus orígenes”. “Hemos querido protegerlo para que la memoria viva de Salorino no muera con las generaciones que se dedicaron a ello”, añade el responsable.
Este documental cuenta con diferentes testimonios, como el del sacador de corcho. La abundancia de alcornoques en la zona de influencia del Tajo Internacional provocaba que la campaña de este material se convirtiera en sustento de cientos de familias. También se representa la figura del carbonero junto a las de las belloteras y lavanderas, en homenaje a las labores que las mujeres realizaban más allá del hogar. “Son cuatro protagonistas, cuatro personas del pueblo que cuentan su historia de vida, cómo vivían”, detalla Sánchez Cotrina.“Es lo que queremos, que no se pierda el conocimiento de cómo era nuestro pueblo, proteger esa identidad local”.
La Casa de la Gitana también pretende contarle esta historia al turista que llega hasta Salorino. Darle motivos para que, más allá de perderse por su riqueza natural enclavada en el Parque Natural Tajo Internacional, descubra sus costumbres de antaño como si de un recurso más se tratase. “Las diferentes rutas turísticas o los edificios patrimoniales de una arquitectura singular no lo es todo, al menos aquí. Queremos que los viajeros se encuentren con ese turismo de experiencia, porque cuando uno llega a la Casa de la Gitana las emociones se despiertan”, asegura. “Las que siente una persona que dirige la mirada atrás para contarnos su propia historia de vida”.
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