DE LA BERREA EN MONFRAGÜE A UN PASEO ENTRE ÁRBOLES SINGULARES POR CASTAÑAR DE IBOR: DISFRUTA DE LA ESTACIÓN DE LAS HOJAS SECAS EN EL MUNDO RURAL
La lista de lugares extremeños en los que el otoño parece mágico es interminable. Paisajes de castañares recorren la geografía para mostrar los colores de esta esta estación en su máximo esplendor. Pero la naturaleza – y el patrimonio al aire libre – también regala momentos extraordinarios durante los que exprimir los meses de octubre, noviembre y diciembre.
1. El clamor de la berrea en Monfragüe. Cuando caen las primeras lluvias del otoño en Extremadura, las hormonas de la fauna más salvaje se revolucionan en lo más profundo del bosque: comienza la berrea. Los ciervos adultos se enfrentan por los territorios y ganarse el mayor número de hembras, emitiendo unos sonidos guturales característicos. Es su forma de demostrar su fortaleza y superioridad frente al resto de machos. Y una especie de ritual que simboliza la llegada de la estación de los tonos marrones. Entre los mejores entornos para disfrutar de este espectáculo se encuentra el Parque Natural de Monfragüe, que cuenta con una población estimada que ronda los 14.000 ejemplares.
2. La búsqueda del oro en Sierra de Gata. La fiebre del oro vuelve a la Sierra de Gata cada otoño. La comarca cacereña viaja al pasado para redescubrir las antiguas minas de cuarzo aurífero explotadas desde tiempos romanos. Una buena propuesta de ruta del oro es la que atraviesa la localidad de Eljas a pie hacia el río, observando la arquitectura típica de la comarca y escuchando el sonido cantarín del lagarteiro, una variante de a fala. El aliciente es un paisaje otoñal con prados verdes y robledales dorados.
3. Calabazas singulares en Castañar de Ibor. No es habitual que los árboles tengan nombre propio. Y si lo tienen, es porque se trata de algo fuera de lo común. Es el caso de los Castaños de Calabazas de Castañar de Ibor, un conjunto de 17 ejemplares monumentales que gozan del distintivo de ‘Árbol singular’ otorgado por la Red de Espacios Naturales Protegidos de Extremadura (Renpex). Si la belleza de El Postuero (un venerable con 700 años de edad y un perímetro de 8,28 metros) sorprende nada más verlo, el otoño se convierte en la mejor época para descubrirlo: las hojas se tuestan y el paisaje se tiñe de colores intensos. Su visita es sencilla: una ruta senderista de unos cuatro kilómetros adentra en una convivencia de encinas, alcornoques y robles entre los que se encuentran los castaños centenarios. Es casi obligatorio llegar hasta la Garganta de Calabazas.
4. La llegada de las grullas en Moheda Alta. Moheda Alta es uno de los escenarios más apropiados para disfrutar de otro de los espectáculos emblemas del otoño extremeño, la llegada de las grullas. Tras recorrer 4.000 kilómetros, unas 80.000 ejemplares llegan a la región para pasar el invierno. Formando una perfecta V y en mitad de un sonoro trompeteo, llegan huyendo de las frías temperaturas del norte para instalarse al abrigo del suave clima de estas latitudes. El Parque Perirurbano de Moheda Alta reúne las condiciones necesarias para alojar alrededor de treinta millares de grullas: Los grandes embalses de La Siberia y La Serena junto con los humedales de las Vegas Altas del Guadiana, y la dehesa que caracteriza al entorno hacen del paisaje un auténtico paraíso para estas aves.
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